Las tecnologías digitales, entre ellas las tecnologías de la comunicación y de la información (TIC) y las vinculadas a las imágenes y al audio son un elemento fundamental en y para muchos aspectos de la vida del siglo XXI.
Estas tecnologías objetivadas por las computadoras, Internet y su Web 2.0, la multimedia, las cámaras digitales, los reproductores digitales de audio y los teléfonos entre otros objetos, soportes o entornos tecnológicos, han propiciado acelerados e innovadores cambios en nuestra sociedad, principalmente, por las
posibilidades de colaboración e interacción que permiten su entramado reticular.La relación entre la escuela y ese mundo digital se viene construyendo de encuentros y desencuentros, entre la aceptación y la desconfianza. Las escuelas, en tanto organizaciones complejas, se vienen apropiando de estas tecnologías de maneras muy diversas, innovando o no, pero siempre negociando entre las necesidades de los
docentes, de los alumnos, de los padres y de las empresas tecnológicas.
Las tecnologías en sí mismas no son neutrales, y la presencia del mundo digital en la escuela compite o se complementa con la palabra, con la tiza, con el pizarrón y con los libros.
La integración de tecnología no provoca unívocamente innovación
pedagógica. Las tecnologías son consecuencia de procesos históricos, de desarrollos culturales, políticos y económicos de una sociedad. Pero es posible, que en este juego dialéctico, la escuela, comience a darle algún sentido y decida qué hacer con estas tecnologías en lo pedagógico, en lo didáctico y en la gestión institucional.
Mucho se habla de los cambios que las tecnologías digitales han promovido en la vida cotidiana de las personas: la comunicación, el trabajo, la información, la participación y las relaciones sociales. Se habla de
gobierno electrónico, de ciudades y comunidades digitales…pero y en el aula…¿cómo impactan estas ya “viejas nuevas tecnologías”?
Estos cambios requieren del acompañamiento de otros cambios en la escuela, cambios que todavía siguen generando dudas y preguntas. Una de las primeras cuestiones a preguntarse es cuál es la función de la institución escuela en los comienzos del siglo XXI. Desde aquí podrá indagarse sobre los saberes que debería incluir la escolaridad básica. Cuáles son los lugares que ocupan realmente, el diálogo, lo colaborativo, la justicia, la innovación, la otredad y la solidaridad en la cotidianeidad de la escuela. Y también será necesario realizar preguntas sobre los alumnos: ¿qué necesitan aprender, qué saben, qué no saben y qué les interesa?